Wednesday, October 28, 2009

Predicción

- Nuestra relación va a durar un año y medio.
- ¿Ah si?
- Si. Dentro de un año y medio a mi me va a agarrar un ataque de histeria de conversión que me va a dejar ciega por dos meses, abandonaré terapia otra vez enojada con Freud, me anotaré un curso de alpinismo y en otro de parapente, retomaré francés, me iniciaré en Reiki, sacaré un pasaje a la India, odiaré aun más la sociedad capitalista, planearé vivir en la montaña, construiré un templo para vivir con un gato que se llame Urano, querré llegar a samadhi pero me volveré impaciente y escribiré, escribiré y escribiré, te extrañaré pero ya no querrás saber nada de mi, ¿qué pensas?
- Bien, bueno, dejame sacar el calculo. Ehhh… nos quedan exactamente 540 días, 12.960 horas y 777.600 minutos ¿No te parecen unos hermosos números mi amor?
- Verdaderamente si.
- Bueno, ya pasó casi un minuto, ¿me acompañas a la plaza?
- Vamos.

Wednesday, October 14, 2009

Fragmentos de una traducción amorosa

El universo como conjunto de signos traducidos a las mil fragancias primaverales que nos despiertan: en Sarandí, un Jazmín del País; un poco más allá, un Tilo; en Andorra, unas Azaleas; en Tokio, un Jacarandá perdido que se mezcla con el color violeta (no son las luces de neón, es el color violeta que me llega cuando cierro los ojos y vuelvo a encontrarlo como la primera vez que me dormí la siesta en el campo no sabiendo que era el antónimo de algo llamado ciudad).
Universo traducido a sus mil formas. Benjamin cabalista intentando reconstruir una lengua primera con fragmentos de lenguajes destruidos por la guerra. La lengua bíblica resquebrajándose cada vez más, dejándonos huecos que multiplican los dioses y los santos. Babel construyendo el ego para decirnos que no somos el Todo porque perdimos la palabra, es decir, multiplicamos la palabra y ahora somos dueños de lo incomunicable que viene a ser el silencio que viene a ser una sensación como de nada. Y tenemos el goce sin poder decirlo y tenemos el dolor sin poder decirlo y tenemos la angustia que dicen los psicoanalistas que no se puede decir.
Y de repente en medio de lo incomunicable que es ir caminando por una calle cualquiera, se me ocurre pensar qué hora sería, porque llego tarde a donde tengo que llegar. Y una chica como de dieciséis años detrás mío verbaliza mi pregunta y le dice a su compañera ¿Qué hora es? Y la compañera le responde Son las siete, tonta y ambas se ponen a correr porque se dan cuenta de que también están llegado tarde a donde quieren llegar.
O de repente un hombre en la puerta de un kiosco me pregunta ¿A qué numero le juego a la Quiniela, nena? y yo le digo Al 62, juéguele al 62. Y él me responde ¿La inundación?. Y yo le digo Si, claro, la inundación…cómo no le va a jugar a la inundación si estamos todos inundados, desbordados, si el agua, ¿pero a usted no lo está tapando el agua? Al 62, si al 62. Y entonces me siento una mujer rana en el medio de una ciudad llena de agua en el medio de una cama llena de agua y todo lo que hablé en ese sillón sentada, con una gramática perfecta y en seco, lo tiraría a la basura. Porque no me gustan las gramáticas perfectas, ni los diccionarios ni las clasificaciones ni todo aquello que en una lengua se dice así y en otra lengua se dice asá. Porque yo quiero poesía y aquel día le dije: poesía, cuanto me gustás, y ella se desparramó en la cama toda llena de agua y yo le vi que detrás de la espalda tenía como branquias de mujer anfibia. Entonces le dije Sos mi hermana, sos mi hermana mujer anfibia. Y quise hablarle por abajo del agua, por debajo de la sábana, pero solo encontré corrientes de cuerpos que iban y venían electrizados y corrientes de besos y gritos y palabras que se entrecortaban al decirse. Entonces pensé tengo que encontrar otra forma de cantarla a la anfibia para no perderla del lenguaje y le traduje el mundo con sus metáforas y no le puse ni un punto ni una coma para que si una vez nos separamos ella piense que la quería y sepa que la quería y que la quiero inundada de lenguaje sincero,

Y ese torrente atróz y de golpe y el mar azul marino que nuca vimos tomadas de las manos a veces como fuego en la imaginación y los ocasos brillantes y las enredaderas del patio de la casa de Wilde que se vinieron abajo como higueras en la Alameda sí y las callecitas rarísimas de San Telmo y las casas rosadas y amarillas y azules de La Boca, y los rosales y jazmines y geranios y tunas de Palermo, y Mar del Plata de jovencita cuando yo era una flor de médano y cuando me até una flor en el pelo como las chicas andaluzas para bailar un tango o me pondré una colorada para la Solea sí y cómo me besó aquella noche en aquella fiesta de final del verano y pensé lo mismo me da ella que otra cualquiera con todas las chicas lindas que había pero ella y entonces le pedí con los ojos que me pidiera otra vez era ella y entonces me pidió si quería ir sí para decirse sí mi flor serrana y primero la abracé sí y encima mío la agaché para que sintiera mis pechos toda fragancia sí y su corazón como enloquecido y si yo dije vayamos sí quiero Sí.

[Joyce traducido por Borges traducido por Clarividencia –con mucha osadía de su parte-]