Thursday, April 23, 2009

26

No es videncia esto, el arte imita la forma que todos vemos
Antes de venir al mundo

Platónica

Era lo que a ella le servía para hacerse la victima, para entrar en ese lugar tan poderoso que es la bondad humana, la fraternidad (contempla La Idea, por fin).
El amor cobra sentido arriba de un colectivo. Daniel sube y está ciego, usa bastón, ella le ofrece el asiento para sentirse más útil que de costumbre, de repente ambos caen en enamoramiento. Los dos e quieren hablar, buscan excusas en la cabeza, se inventan cosas para decirse. El se siente insolente, se da cuenta de que la voz de ella es la de una piba de 20 y él tiene 60, pero es elegante y agradable, encima, ciego. Este pensamiento lo rescata de la timidez absoluta. Se sabe: elegante, agradable y ciego. El tiene una amiga editora, esta chica estudia Letras, esto lo entusiasma. Ella se da cuenta de que lo entusiasma y le hace preguntas. Primero hablan de las calles que van atravesando, ella se siente en la obligación de explicar el contexto y además quiere, quiere contarle. Daniel le pregunta si está nublado o afirma, no lo recuerdo, “está nublado” (dando cuenta de que siente, percibe ese no sol, la humedad al 95% y esta lluvia potencial en el aire). Ella le dice que si.
Sintaxis, ortografía, nuevos lenguajes, la forma en la que escriben los autores de hoy. Daniel es abogado y lee las faltas de ortografía en los decretos como un insulto más hacia los ciudadanos.
- ¿Pero no lees otras cosas?
Lee, si, en braile, todo lo posible, todo lo que encuentra, lo que hay. Pero arriba del colectivo es imposible porque los libros en braile son más pesados que los de tinta. A ella le da ternura, él con ese cuerpo y ese bastón, cargando los libros en braile, tocándolos despacio, siguiendo su propio ritmo, buscando los pasajes más codiciados. (¿y cómo es esto de leer con la piel, Pisciana?)
La otra posibilidad de saberse El Quijote (y se empapa de Cervantes y de García Márquez y se mete con el cánon y lo da por tierra, y ¿por qué no le habrán dado el Nóbel a Joyce, me preguto yo, si escribió mejores cuetos que los de Canterville?) es a través de una voz venezolana adentro de un CD que es supuestamente mejor que Neruda leyendo sus propios poemas.
- Y yo no creo de ninguna manera que ni a mis libros ni a tus libros los reemplacen los digitales, ni las faltas de ortografía. Ni que a Cervantes lo reemplace un best-seller.
- Entonces, para que no nos tapen los best-seller hagamos una hoguera, como antes, ¿te parece?
- Me parece que volvamos a la censura o que dejemos dos ejemplares de cada basura que se escribe y que reciclemos para no matar árboles.
(Bruja, te gustó la hoguera de libros a vos, te viste bailando en el medio del humo)
En eso se preguntan dónde están y por dónde van y si llegaron y cuánto tiempo pasó. Y se dan cuenta de que la gente del colectivo los mira hablar como a dos locos salidos del tiempo.
Entonces, cuando él se tiene que bajar, ella sufre (porque ya casi están en Medrano y Rivadavia) y él sufre porque no llovió y porque no quiere quedarse nuevamente solo con su bastón y su casa de Flores. Saca la billetera y de adentro una tarjeta, balbucea (porque otra vez siente culpa por la voz dulcificada de esta piba que no da más de 20 pero que parece seducirlo con cada giro y con cada tono) algo como que tiene una amiga editora y que, en definitiva, uno trabaja cerca del otro. Y es cierto, ella se da cuenta, al ver la tarjeta, de que están casi a la vuelta, Lavalle y Tucumán. Quedan en escribirse.

Pero antes de que él se baje por la puerta de adelante y cuando todo el colectivo está atento a esa escena de despedida entre dos personas que se acaban de conocer y que son tan diferentes pero parecen tan iguales, ella le dice:

- Daniel, cuando quieras te leo literatura contemporánea si no la tenés en braile. No todo es para la hoguera siempre, entre tantos y tantos libros a veces se encuentra uno bueno.
El le responde que aprendió a darse cuenta desde el primer párrafo si un libro vale la pena.

Y se dicen hasta luego.